Sobre mis 26 años...
El primer síntoma de la vejez, no fue ver mi rostro cambiante en un espejo, fueron las inmemorables historias y recuerdos que albergan mi mente, como una gran biblioteca que describen cada etapa de mi vida.
Desde las primeras mañanas en que escuchaba la radio de mi padre a las 5 de la mañana, cuando tan solo tenía 6 años, en la que solo pensaba en los dibujos, las golosinas, el pelear con mi hermano mayor y todo parecía tan simple, pues la algarabía de un niño como yo y otros estaba en la imaginación de fábula enmarañada con tantos días gratificantes.
Recordé a mi hermano, que recién a mis 26 años estamos empezando a ser amigos, tuvimos muchas peleas, discusiones, pero a pesar de lo que pensaba él ahora es un padre ejemplar, un modelo a seguir y lo admiro por eso.
Recordé mi primer beso, ese que te deja sin aliento, que te parece gracioso por que no sabías si lo estabas haciendo bien y más que nada porque todo el recuerdo resulta tan vergonzoso que hasta el día hoy suelo sonreír.
Recordé a la primera persona que amé, a esa mujer con la que compartí poemas, recuerdos, peleas, canciones y después tantos años seguimos siendo amigos y la quiero como si fuera parte de mi familia.
Recordé mi etapa de incomprendido, de estilos musicales, el cambiar de look al vestir y tantas cosas que gracias a mi control de recuerdo puedo obviarlas.
Recordé 26 años de vida en una sola noche y aún pienso que todo fue grandioso, recordé mi infancia hasta el sonido del tráfico de las frías mañanas de esta ciudad en la que vivo ahora.
Gracias a las personas que estos años han estado conmigo, a mis hermanos, a mis padres, a mis mejores amigos, a mi mentora mi gran maestra Sonia Tara, a las personas que conocí y aun no conozco.
“El primer síntoma de la vejez, no fue ver mi rostro cambiante en un espejo, fueron las inmemorables historias y recuerdos que albergan mi mente, como una gran biblioteca que describen cada etapa de mi vida.”
Luis Pablo
